A gas o un híbrido, las dos alternativas para entrar sin limitaciones en todas las ciudades españolas durante los episodios de alta contaminación.
TEXTO: J. LUIS ALVAREZ
El mercado automovilístico está sufriendo las consecuencias de las restricciones para circular debido a los niveles de contaminación. Muchos conductores se lo piensan y mucho a la hora de adquirir un vehículo. La limitada autonomía de los motores eléctricos les convierte, por el momento la opción de ser un segundo coche. Frente a ellos se abre la diatriba a la hora de elegir motores o vehículos que estén catalogados como ‘ECO’ por la Dirección General de Tráfico por sus bajas emisiones. Aquí la duda decantarse por un motor de gas o uno hibrido –enchufable o no-. La oferta no es mucha pero ya empieza a ser importante y la mayoría de los fabricantes están apuntándose a lo que será la ‘guerra de los ECO’ en el mercado. Son difíciles de identificar a simple vista, a no ser por las siglas en sus zagas. Los de gas cuenta con grandes tapas que ocultan las boquillas para rellenar los depósitos. Los híbridos disponen de una portezuela añadida al lado contrario del combustible para enchufarlos en el caso de que puedan recargarse en la red eléctrica.
A todo gas vs Alternativa con chispa
A todo gas
Superventas
Cuando Dacia comenzó a comercializar sus vehículos en España todavía no existían restricciones a la circulación tan drásticas como las actuales. La firma rumana echó mano hace unos años a los propulsores Renault para introducir el gas como alternativa. Así llegó el Dacia Sandero GLP –gas licuado del petróleo, también denominado autogas, la variante de este combustible más vendida en el mundo-. El modelo Sandero Stepway Essential GLP, fabricado en la plante de la firma en Marruecos, es un coche de calle con un agradable aspecto SUV, pero eso no significa que sea un coche para circular más allá de una pista. Su elevada altura si permite alguna alegría en roderas y baches, pero no más. Sus parachoches, protectores frontal y trasero, los pasos de rueda o las barras del techo dan personalidad a este Sandero, a lo que se añaden unas ruedas específicas de aleación. Todo sin lujos innecesarios, led los justos en las luces de día.
Al abrir la puerta el coche es lo que es. Ha dejado de ser el Dacia espartano de antaño, pero tampoco hay que buscar pieles ni pespuntes. Ha mejorado muchísimo el diseño, si bien sigue empleando plásticos duros que con el tiempo se traducirán en los habituales crujidos. Cuenta con tres relojes tras el volante, velocímetro, revoluciones y un tercero para información del vehículo. En el centro del salpicadero está una pantalla multifunción de 7’’ bajo dos grandes aireadores y sobre los mandos del aire acondicionado. Tal vez un poco baja, lo que obliga apartar la vista de la carretera. Los espejos exteriores se regulan a mano. Es curioso que en la consola entre los asientos existan mandos tan alejados del conductor, como pueden ser el del limitador/regulador de velocidad –opcional- y otros. Las plazas son bastante sorprendentes por buenas y las piernas en las penalizan menos de lo que parece a primera vista en estaturas de más de 1,80 metros. El maletero, con revestimientos justos, es correcto y con unos buenos y aprovechables 320 litros. En este punto hay que recordar que el coche se vende ‘limpio’ de accesorios y cada comprador puede ir añadiendo mejoras, según las posibilidades del bolsillo. Estas incorporaciones encarecen al final el producto, pero no el coche sigue siendo muy asequible. En opción están el navegador y el sistema de teléfono sin manos; los cinturones delanteros, asiento del conductor y el volante regulables en altura; el climatizador; el volante de cuero o el citado sistema de regulador/limitador de velocidad; y la rueda de repuesto. No hay tecnologías como la frenada de emergencia, el detector de obstáculos o el mantenimiento de carril. Las ayudas a la conducción son las fijadas por la normativa. Nada más. Esto se nota a la hora de conducir. Recuerda a los coches de antes y, por este motivo, también es interesante para los que quieran aprender a conducir de verdad.
Interesante es la apuesta de Dacia por el motor. Para ello se emplea el conocido tricilíndrico de gasolina de Renault, el 0.9 TCE de 90 cv, cuyo turbo ya ofrece un importante empuje a un coche cuyo peso es bastante contenido, con una caja de cambio manual de cinco velocidades. Hay que decir que por su ruido se sabe que es de tres pistones. Al sistema de inyección se le integra el gas licuado del petróleo. El resultado un auténtico ‘mechero’. El conductor controla el combustible que desea. Con gas, sin apretar mucho el acelerador, se pueden llegar a casi a los 400 kilómetros de autonomía. Mientras que con gasolina el consumo ronda los poco más de 6 litros a los 100 km. Un coche noble, poco bebedor y económico.
El Dacia Sandero Stepway Essential GLP está a la venta desde los 11.020 euros.
A todo gas
Como la cocina de casa
Seat apuesta por el gas natural comprimido –GNC-, un alternativa de este tipo de combustible del que todavía hay pocos puntos para repostar fuera de las grandes ciudades. Sin embargo el GNC ofrece una mayor autonomía. Una de las estrellas de la firma española con esta motorización es otro superventas del mercado, el León, recientemente sometido a un lavado de cara. Por fuera este Seat es idéntico a sus hermanos de gasolina o diesel. Solo se distingue por las siglas TGI de su zaga. Por fuera puede incorporar faros de tecnología led, de serie atrás.
Al abrir la puerta se entra en un mundo de ajustes perfectos. Todo en un ambiente muy ‘alemán’. Todo está en su sitio. No hay lugar para la dura. Todavía la total digitalización no ha entrado en el cuadro de instrumentos detrás del volante, preciso y claro. Solo se distingue el tipo de motor que monta al contar con dos indicadores para informar de los niveles de los depósitos de gas y de gasolina, respectivamente. Además, un testigo informa si se circula con el primero. En el centro del salpicadero está una pantalla táctil multifunción de 8’’ con todo el sistema de infoentretenimiento y bajo ella una botonera tipo piano y los mandos del climatizador. El pilar central, donde se integra la palanca del cambio y el freno eléctrico, separa las plazas. El resto es sinónimo de calidad. Los butacones son efectivos y no se penaliza la estatura de los viajeros, aunque la plaza trasera central es un poco estrecha. Dependiendo del acabado, la piel y las costuras en color aparecen por doquier. Por detrás un maletero de 380 litros. Entre las tecnologías que monta el León está el asistente de cambio de carril, el control de crucero adaptativo, la frenada de emergencia, detector de obstáculos o el asistente de aparcamiento, a los que se sumarían los detectores de cansancio.
Seat ha mejorado la autonomía del León TGI al incorporar tres depósitos para el GNC con capacidad para 17,3 kilos. Esto hace imposible que el coche lleve rueda de repuesto y ha reducido el tanque de gasolina a solo 9 litros. Pero es que con el gas comprimido el León pude alcanzar los 500 kilómetros de autonomía. A ello se suma el estreno este año de un nuevo propulsor. La firma de Martorell ha cambiado el 1.4 TGI de 110 cv por el 1.5 TGI de 130 cv, lo que confieren a coche un carácter eficiente y a la vez más resolutivo a la hora de moverse por carretera. Para ello el comprador puede optar por una caja de cambio manual de seis relaciones o una automática de doble embrague DSG de Volkswagen de siete velocidades. Esta última toda vía es más efectiva en la reducción de consumo. Como con el anterior propulsor, este 1.5 TGI sigue siendo uno de los motores más silenciosos del mercado.
La peculiaridad de este motor es que no se puede elegir el combustible. El vehículo marcha inicialmente a gas, pero cuando este se acaba cambia automáticamente a gasolina. Para ello, en el salpicadero cuenta con un indicador verde que indica el uso del GNC, pero antes se avisa al conductor que el gas está acabándose.
A todo gas
Como un dirigible
Audi, especialista en vehículos ‘premium’, cuenta con motorizaciones de gas natural comprimido en la mayoría de su gama. De esta manera sus vehículos acceden a la clasificación ‘ECO’. El A5 Sportback TFSI 170 g-tron destaca por su elegancia, diseño y deportividad. Por fuera es idéntico al resto de sus hermanos de serie, con una gran parrilla Singleframe de la que la silueta se desliza hacia atrás, para terminar con una bonita caída del techo hacia la zaga. Aquí la casa alemana no se anda con miramientos y los grupos ópticos delanteros pueden montar faros led o Matrix led –de 18 diodos-, con intermitentes dinámicos disponibles de forma opcional. Led también son los pilotos traseros. Destaca las puertas con ventanillas sin marco.
Es dentro de este coupé de cinco puertas, al sentarse al volante, donde uno se da cuenta de la grandiosidad del coche. Aquí los acabados a mano son visibles, no por sus fallos, sino por su perfecto acabado y remate. Todo encaja con precisión, en un mundo en el que los plásticos son casi una anécdota. Una tira continua para las salidas de aire y la consola central en posición baja realzan la impresión de un salpicadero flotante. Como alternativa al cuadro de instrumentos analógico, que va incluido en el equipamiento de serie, existe la posibilidad de montar el Audi virtual ‘cockpit’, totalmente configurable. Cuenta con un monitor TFT de 12,3’’ tras el volante y un ‘head-up display’ opcional proyecta toda la información relevante sobre el parabrisas. Destaca la gran consola que baja desde la pantalla central de 8,3’’ y discurre entre los asientos. Todo a mano y, como prima en el Grupo Volkswagen, siempre en su sitio. Audi va mejorando año a año la comodidad de sus butacones delanteros y cada vez son más confortables en los desplazamientos largos, aunque esto va en gustos. Climatizados y ventilados, opcionalmente con sistema de masaje, son totalmente configurables. Las plazas traseras son buenas para personas de más de 1,80 metros, aunque la caída del techo penaliza relativamente la posición. La iluminación ambiental puede elegirse entre 30 tonos. La climatización del habitáculo es trizona. El maletero es de 480 litros, aprovechables en su totalidad.