Una grieta de agua y granito separa a España y Portugal a la altura de Zamora y Salamanca. Son los Arribes, un espacio protegido lleno de miradores y senderos que recorrer; el hábitat donde un grupo de apasionados emprendedores ha creado la Ruta del Vino de los Arribes para mantener viva la tierra de sus antepasados.
TEXTO Y FOTOS: JOSÉ MARÍA DE PABLO
El río Duero creó hace millones de años la frontera natural más antigua de Europa, una raya de agua tallada en el granito que desde el siglo XII ha sido también límite político de los reinos de Portugal y León. Los aproximadamente 150 Kilómetros de esta estrecha franja que transcurre en los límites occidentales de las provincias de Zamora y Salamanca conforman un Parque Natural de enorme valor biológico cuya delimitación coincide con la circunscripción de la Denominación de Origen Vino de los Arribes, una de las más pequeñas de España.
Para aunar fuerza y dar a conocer el territorio, ayuntamientos, bodegas y empresas de diversos servicios turísticos de la zona han creado la Ruta del Vino de los Arribes, un destino perfecto para quienes gustan de combinar experiencias en la naturaleza, gastronómicas y culturales.
El microclima de los Arribes se traslada al paisaje, vides, olivo y encinas tapizan la dehesa parcelada en los llamados cortinos, huertos con cigüeñales separados unos de otros por muros de piedra granítica levantados con arte desde tiempos inmemorables.
Fermoselle es el principal núcleo urbano de la Ruta en la provincia de Zamora, por su ubicación y la cantidad de servicios que ofrece es el lugar perfecto desde el que moverse por el territorio. El paso del tiempo y diversos acontecimientos han dado forma a un conjunto Histórico-Artístico en el que destaca la iglesia parroquial y su pórtico románico, pero también decenas de casas de origen medieval que ocultan una laberíntica red de cientos de bodegas subterráneas. Al menos en diez de ellas siguen cumpliendo su función como cavas para criar vino, otras simplemente se han adecentado para mostrarlas como monumentos a los visitantes.
Entre el primer grupo destaca Bodegas Pastrana, que data del Siglo XVIII con bloques de granito procedentes del castillo y de las casas de los judíos expulsados por los Reyes Católicos. Pastrana es una de las mayores bodegas. Producen al año unas 12.000 botellas de vino con sus propias uvas de la variedad juan garcía, la más emblemática de la D.O. Totalmente diferente es el viaje que ofrece la emprendedora Olvido Peños por las entrañas de Fermoselle. En su Ruta por las Bodegas cuenta historias de la comunidad judía y descubre al visitante misteriosas galerías y pasadizos ingeniados por sus ancestros vinariegos.
Otro viaje en el tiempo, aunque a uno no muy lejano, es el que se vive entrando a La Tienda de Antaño, un ultramarinos que conserva el alma y el particular aroma de las tiendas de pueblo. En sus anaqueles de madera y en el suelo se exponen en ordenado caos productos de los Arribes, como legumbres a granel, piezas de artesanía y dulces tradicionales como los periquillos, que se toman acompañados de licor de café de la vecina Portugal.
En los alrededores de Fermoselle se ubican los viñedos de Chus, oficialmente Thyge Jensen, un danés amante del vino que encontró aquí los viñedos con los que hacer realidad su sueño. Sin más formación que su amor por el mundo de los vinos, Chus dejó su vida de oficinista para conseguir -no sin dificultades pero con muchísimo sentido del humor- cultivar sus propios viñedos y producir excelentes y originales referencias como el juan garcía Bébeme o el puesta en cruz Puesta en Chus. El danés es todo un verso suelto en el mundo del vino, un viticultor creativo – su viñedo en curva y su vendimia temprana siguen dando que hablar entre los colegas- pero los resultados avalan su trabajo, tanto que vende toda su producción en Europa y Asia y desde 2016 preside el consejo regulador de la D.O.
Otro proyecto importante tiene su sede en Formariz, un antiguo mayorazgo disuelto hace un 120 cuyas tierras fueron adquiridas por los renteros. Uno de éstos era el bisabuelo de Jose Manuel Benéitez, uno de los socios de El Hato y el Garabato, bodega de garaje en la que Jose y su esposa Liliana Fernández elaboran referencias como De buena jera con las uvas de un Viñedo de 100 años a 780 metros de altitud; o sus vinos Eclécticos elaborados con puesta en cruz en viñedo joven, el resultado es un vino salino donde los sentidos nos trasladan al Mediterráneo y al atlántico indistintamente.
Un crucero y otros manjares
El principal recurso turístico de los Arribes son los Cañones del Duero, los más profundos y extensos de toda la península Ibérica. Los más andarines pueden explorarlos siguiendo la parte zamorana del GR 14, el Camino Natural del Duero, un sendero de gran recorrido que sigue el curso del río por antiguos caminos perfectamente señalizados, pero lo más habitual es conocer los Arribes embarcando en el Crucero Ambiental Europarques. Desde su embarcadero en la población portuguesa de Miranda de Douro, el crucero remonta el río en dirección a la presa de Castro, un tramo cuya profundidad llega a alcanzar los 80 metros. En éste entorno habitan especies protegidas como el buitre leonado, el águila real, el cormorán o la nutria. El objetivo de este proyecto transfronterizo y multipremiado es, además de lúdico, divulgativo y científico. En este momento los biólogos de Europarques están trabajando en dos proyectos, uno que estudia la calidad del plancton y otro centrado en los hábitos de las aves nocturnas que encuentran en estos acantilados su hábitat ideal. Embarcarse a bordo de este crucero es participar en una máster class práctica y divertida, tanto para niños como para adultos gracias a los guías especializados que con sus comentarios engrandecen aún más el espectacular paisaje.
En el camino hacia Miranda de Douro se puede hacer parada en Fornillos de Fermoselle para conocer la Mermeladería Oh Saúco, un proyecto de Teresa Cotorruelo, más conocida como Piky. Catalana con raíces en el pueblo, Piki encontró en la casa de sus abuelos el lugar ideal para emprender nuevos proyectos y criar a sus hijos. Su taller y tienda está abierto a todos los visitantes que quieran participar en cursos que organiza allí y también on line. Entre sus sorprendentes recetas hechas con fruta de temporada y proximidad destacan la mermelada de Kiwi con limón y la de naranja con limón y jengibre.
Otro lugar de interés en la ruta lo encontramos en Fariza, donde se ubica la quesería artesanal La Faya, empresa familiar que produce desde 1980 queso ecológico y artesanal con el sello de la D.O Queso Zamorano. Capitaneada ahora por la segunda generación de la familia Santos, Ángeles y su hermano, trabajan con la leche de un rebaño de 1.200 ovejas de raza churra que pastan libremente por la dehesa, con la que fabrican 22.000 kg de queso al año.
Al sur del río Tormes
El río Tormes separa las provincias de Zamora y Salamanca antes de verter su caudal al Duero, a muy pocos km de Villarino de los Aires. Para llegar hasta Ambasaguas, que es como se llama el bucólico paraje donde los dos ríos, las dos provincias y los dos países confluyen hay que tomar la carretera ZA-315 para cruzar la presa que contiene las aguas del pantano de Almendra.
Esta mole de hormigón de medio km de longitud y 202 metros de altura, ofrece unas espectaculares vistas tanto hacia este mar de interior como a la accidentada vega del Tormes, una caída libre hacia un barranco de granito y encinas salpicado de misteriosas garitas, escaleras y canalizaciones de hormigón que dan servicio a la explotación hidroeléctrica que ha servido de escenario para películas tan dispares como Doctor Zhivago, Terminator 6 y La Cabina, el terrorífico mediometraje protagonizado por José Luis López Vázquez.
La construcción de la presa fue una auténtica revolución para la comarca, “esto era como el salvaje oeste”, recuerda el alcalde de Villarino, un pueblo que también vivió del estraperlo de café y tabaco, contando en esa época más de 2.000 habitantes y 20 bares, de los que hoy sólo quedan unas 800 personas y dos bares.