
Hay muchas piezas de un coche que no vemos, pero que son una parte fundamental del mismo. Una de ellas es el embrague, un elemento mecánico que sabemos que existe porque hay un pedal de embrague, pero del que, como usuarios de un vehículo, no solemos preocuparnos por saber más. Al fin y al cabo, lo importante es que funcione.
Sin embargo, en el RACE intentamos profundizar en los temas mecánicos más útiles con el objetivo de poder enseñar a nuestros socios cómo funciona su embrague y su vehículo. De esta forma, podrá conservar mejor su coche y será más seguro circular con él. En esta ocasión, damos una idea general de qué es un embrague y por qué es tan importante en un coche.
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¿Qué es el embrague y para que se utiliza?
Según Juan Manuel Llorente, experto en formación técnica del RACE, un embrague separa o junta el movimiento giratorio del motor con el cambio de marchas. Para hacernos una idea, es el primer elemento que se va a encargar de que la fuerza del motor se transmita hasta las ruedas pasando antes por el cambio y la transmisión.
Un embrague separa o junta el movimiento giratorio del motor con el cambio de marchas.Para hacernos una idea, es el primer elemento que se va a encargar de que la fuerza del motor se transmita hasta las ruedas.
En un coche manual, el conductor debe accionarlo a través del pie izquierdo, que debe pisar el pedal situado más a la izquierda, y que se ubica junto al pedal del freno. Un coche automático, por norma general, no utiliza un embrague sino un convertidor de par, por lo que sólo tiene un pedal para frenar y otro para acelerar. Últimamente, también se están incluyendo los cambios robotizados (mal llamados automáticos) en los que un servomotor actúa sobre el embrague, en lugar de hacerlo el conductor.
El embrague lo utilizamos no solo para poner en punto muerto el vehículo (ninguna marcha está engranada), sino al cambiar de velocidad. En ese proceso, cuando pisamos el embrague lo que hacemos es desacoplar el disco del embrague del volante motor gracias a una membrana que separa ambos elementos. En el momento en que dejamos de accionar el pedal de embrague la fuerza del motor pasa a la transmisión y el vehículo empieza a rodar.
Si no existiera el embrague en los vehículos manuales, el cambio se rompería o se deterioraría. Todos recordamos el fatídico momento en el que alguna vez nos ha rascado el coche al intentar meter una marcha. Eso es porque los piñones, que todavía están girando, chocan entre ellos. El mal accionamiento del embrague es el culpable de que esto pase.
¿Cómo funciona el embrague?
Normalmente el tipo de embrague que utilizan los coches es el monodisco en seco (va sin lubricación). Las motos, sin embargo, recurren al embrague multidisco en mojado (bañado en aceite, que se utiliza tanto para el motor como para el cambio).
El funcionamiento de un disco de embrague tiene ciertas semejanzas con las pastillas de freno: ambos llevan unos ferodos encargados de realizar la fricción. En el caso del disco de embrague, lo hace contra el volante motor.Es así como se consigue el acople entre el motor y la transmisión. Por tanto, son los ferodos, al igual que ocurre con las pastillas de freno,los que sufren un mayor desgaste en un embrague.
Dado que el desgaste de un embrague se debe, en parte, a la cantidad de veces que lo usemos, es lógico pensar que alguien que haga muchos kilómetros en ciudad y lleve un coche manual gastará más el embrague que una persona que circula muchos kilómetros por carretera. Lo normal es que un embrague dure entre 80.000 y 150.000 kilómetros.
También puede influir en el desgaste nuestra forma de iniciar la marcha. Si pegamos un buen acelerón al salir de un semáforo, el motor subirá de revoluciones y es el disco de embrague el que tendrá que soportar este acelerón. Como consecuencia, sufrirá un mayor esfuerzo durante el acople y es cuando podemos llegar a oler a embrague quemado (en las cuestas pronunciadas también se puede dar el caso o cuando el coche va muy cargado). Por eso, lo más recomendable para mantener un embrague en el mejor estado posible es acelerar lo justo para que el coche pueda empezar a moverse.
Manías al volante que pueden provocar una avería en el embrague
Con el paso del tiempo, adquirimos ciertas manías que, aunque no nos demos cuenta, afectan a la salud de nuestro coche y, en concreto, al embrague. Explicamos algunos casos:
- Conducir con el pie en el embrague: no es nada aconsejable dejar el pie puesto en el pedal y hay quien lo hace sin darse cuenta. Si apoyamos el pie levemente estamos haciendo que el disco de embrague se separe un poco del motor. Nuestro coche puede que siga circulando, pero estamos obligando a que esta pieza trabaje incorrectamente y los ferodos del disco de embrague se van desgastando más de la cuenta y de forma irregular sin necesidad.
- Ir marcha atrás a medio embrague: para una persona lo normal es ir hacia adelante, así que cuando engranamos la marcha atrás hay quien se queda con el pedal del embrague pisado y acelerando a la vez. Tampoco es una buena práctica.
- Soltar el embrague de un tirón: una buena conducción en la calle siempre debe ir acompañada de un manejo del coche sin movimientos bruscos. No es recomendable soltar directamente el embrague tras engranar una marcha. El coche nos dará un tirón y no sólo se gastará el embrague, también podría desestabilizar el vehículo.
Las averías más comunes en un embrague
Todas estas malas prácticas hacen que el embrague se estropee antes de lo que anuncia el fabricante. Algunas de las averías más comunes pueden ser:
- El embrague patina: ocurre si pisas a fondo el acelerador y el motor sube de vueltas sin que el vehículo aumente su velocidad. Es señal de que los ferodos del disco del embrague se están gastando.
- Al arrancar el vehículo lo hace bruscamente, a saltos, aunque el pedal se suelte poco a poco: la causa es un mal reglaje de la palanca del embrague o que un soporte del bloque motor esté roto o flojo.
- El disco de embrague se ha quedado pegado: la causa más probable es la oxidación del volante motor.
- El desembrague es incompleto: puede deberse a que el coche ha perdido nivel en el líquido de frenos (los frenos y el embrague se nutren del mismo depósito de reserva de líquido).
- Embrague ruidoso: puede haberse doblado el disco de embrague y no se esté acoplando bien con el volante motor.
- El volante bimasa: es la evolución del volante motor y en la actualidad los coches sufren bastante de esta avería.
Para hacernos una idea, cambiar un kit completo de embrague, incluido el volante motor, el disco de embrague, el collarín, el bombín… más la mano de obra y el IVA en un coche compacto medio puede suponer un desembolso final de hasta 1.500 euros. Si eres socio del RACE y te suceden cualquiera de estas averías recuerda que dispones de una garantía mecánica. También puedes llevar tu coche a cualquier taller del servicio Eurekar.
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