Radar de ruido

Si piensas en los esfuerzos de las distintas Administraciones por reducir las emisiones contaminantes en las ciudades, seguro que lo primero que te vendrá a la cabeza serán las ya famosas Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), que restringen la circulación y el estacionamiento de los vehículos según la etiqueta medioambiental que posean. O las distintas normativas europeas EURO que establecen límites de emisiones de gases contaminantes (CO2, NOx…) según su año de matriculación.

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Pero lo cierto es que esa no es la única contaminación con efectos negativos sobre la salud: cada vez son más los organismos que llaman la atención sobre los niveles de contaminación acústica, en la que el tráfico de las ciudades juega un papel importante, y que ponen en marcha distintas iniciativas para reducir su impacto. Entre ellos, cabe destacar la presencia de los radares de ruido, que algunas ciudades europeas ya han incorporado o están probando desde hace tiempo.

¿Qué es un radar de ruido y cómo funciona?

Si los conductores ya estaban acostumbrados a los distintos tipos de radar (fijo, móvil, de tramo, veloláser, en cascada…) que pueblan las calles y carreteras españolas, cabe la posibilidad de que en algún momento tengan que acostumbrarse a uno más, con el objetivo declarado de reducir la exposición a una cantidad excesiva de decibelios: el radar de ruido.

Los radares de ruido son dispositivos diseñados para medir el nivel de decibelios emitidos por los vehículos en circulación. Están equipados con hasta cinco micrófonos y una cámara de 360º, y funcionan a través de sensores que captan el sonido ambiente y lo comparan con los límites permitidos por la normativa vigente: así, cuando detectan un vehículo cuyo ruido excede los límites establecidos, el radar registra la infracción, toma una foto de la matrícula y puede generar una sanción para el conductor.

Los datos de salud pública que manejan distintos organismos hacen pensar que iniciativas como esta puedan generalizarse en los próximos años. Y es que, según la Agencia Europea del Medioambiente (AEMA), 113 millones de europeos se ven afectados por una exposición a largo plazo al ruido del tráfico diurno, vespertino y nocturno de al menos 55 decibelios. Una circunstancia que, afirman, puede provocar desde problemas para dormir a altos niveles de estrés y ansiedad, y mucho más: “La exposición a largo plazo al ruido ambiental provoca 12.000 muertes prematuras y contribuye a 48.000 nuevos casos de cardiopatía isquémica cada año en toda Europa”, entre otras consecuencias. Unos efectos nocivos que, según la OMS, pueden darse incluso por debajo de los 55 dB.

Implantación de los radares de ruido

Ciudades como París y Londres fueron pioneras en la introducción de este nuevo tipo de radares, y con el tiempo se le han sumado otras grandes urbes como Ámsterdam e incluso Nueva York, en Estados Unidos. En París, los conductores detectados sobrepasando el umbral máximo son castigados con una multa de 135 euros, mientras que en el caso de Londres esta se sitúa en 100 libras esterlinas (unos 117 euros).

En Ámsterdam, donde estos radares se encuentran en fase de pruebas, la multa prevista alcanzará los 280 euros, y en Nueva York este tipo de infractores se enfrentan a sanciones de hasta 800 dólares (737 euros), que aumentarían considerablemente en caso de reincidencia.

Mientras, en España, Barcelona ha sido la primera ciudad en instalar estos dispositivos (en la carretera C-31 y en otros 11 puntos de la ciudad), si bien todavía se encuentran en fase de pruebas y no emiten sanciones económicas.

Multas por exceso de ruido

Aun cuando, de momento, la DGT no cuenta con radares de ruido para sancionar a los conductores infractores, conviene recordar que la normativa actual sí establece límites máximos respecto al nivel de ruido (87 dB). Superar este umbral (o el que se especifique en la ficha técnica del vehículo) es motivo de sanción:

  • Si se excede en hasta cuatro decibelios, se considera una infracción leve y se castiga con una multa de 90 euros.
  • Si está entre cuatro y siete, se considera una infracción grave y la multa oscila entre 91 y 300 euros.
  • Por encima de los siete, la multa se sitúa entre 300 y 600 euros.

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