Del “fin del mundo” gallego a la magia nazarí de Granada: lugares donde el sol se despide con espectáculo propio y se disfruta solo o en la mejor compañía.
TEXTO: ALMUDENA SANTOS
El otoño tiene algo especial en España. La luz baja más suave, los días se acortan y los colores del cielo parecen salidos de una paleta de acuarela. No hace falta irse muy lejos para vivir un espectáculo natural de los que te dejan con la boca abierta. Solo es cuestión de esperar al momento justo en el lugar indicado. Si eres de los que suspira frente a un cielo naranja o de los que saca el móvil a toda prisa para inmortalizarlo, apunta estos cinco rincones. No te dejarán indiferente.
Mirador de San Nicolás, Granada
Granada tiene mil encantos, pero hay que sobresale frente al resto. Ver la Alhambra encendiéndose en tonos rojizos al caer el sol desde el Mirador de San Nicolás, en pleno Albaicín. El contraste entre la arquitectura nazarí y las montañas de Sierra Nevada (que en otoño ya se asoman con nieve en las cumbres) convierte este rincón en un escenario de cuento.
En esta época del año, turistas, locales y músicos callejeros se reúnen para aplaudir la puesta de sol como si fuese un concierto. Por ello, conviene llegar con antelación porque el mirador se llena rápido.
Cabo de Fisterra, A Coruña
Dicen que en la antigüedad los romanos creían que aquí terminaba el mundo. No es difícil entender por qué. El Cabo de Fisterra regala un horizonte infinito donde el Atlántico parece tragarse al sol en un espectáculo solemne.
El viento azota, las olas rompen con fuerza y el cielo se enciende en tonos dorados y violetas que cambian a cada segundo. Muchos peregrinos del Camino de Santiago alargan su viaje hasta este punto solo para vivir este momento. Les sirve como final simbólico de un recorrido y el principio de una emoción difícil de describir.
Dado que otoño es una época de más frío, es recomendable llevar ropa de abrigo.
Parque Natural de las Bardenas Reales, Navarra
Si lo tuyo son los paisajes de película, las Bardenas Reales te van a conquistar. Este desierto navarro, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO, parece sacado de un western. Sus formaciones rocosas, cañones y planicies áridas se tiñen de tonos ocres y dorados que en otoño alcanzan su mejor versión.
El sol, antes de esconderse, dibuja sombras alargadas que hacen aún más espectacular el relieve. Y si te quedas hasta que cae la noche, el cielo estrellado es un bonus que quita el hipo.
La Playa de As Catedrais, Lugo
En la costa lucense se encuentra uno de los paisajes más impresionantes de España: la Playa de As Catedrais. Sus arcos y formaciones rocosas, esculpidos por el mar durante siglos, se convierten en protagonistas absolutos cuando el sol se pone.
El atardecer aquí es un espectáculo doble, ya que por un lado, el cielo teñido de colores imposibles; y por otro, el juego de luces y sombras entre los arcos naturales. En otoño, además, la afluencia de turistas es menor, por lo que es posible disfrutar del lugar con más calma.
El Teide, Tenerife
Si hay un lugar en España donde el atardecer se siente literalmente “de otro mundo”, ese es el Teide. Ver cómo el sol cae desde lo alto de la isla de Tenerife, a más de 3.000 metros de altitud, es una experiencia única. El mar de nubes se convierte en un colchón dorado sobre el que el cielo despliega todo su espectáculo cromático.
En otoño, el clima es perfecto para subir sin el calor del verano ni las aglomeraciones. Y si decides quedarte hasta que anochezca, prepárate: el Parque Nacional del Teide es uno de los mejores lugares del mundo para ver estrellas.
Conviene abrigarse bien y reservar sitio con antelación si se quiere subir en teleférico. Otra opción es acercarse a uno de los miradores de carretera y disfrutar del atardecer sin ningún tipo de prisa.