Nuevas redes sociales intentan hacerse un hueco, pero se desinfla a la misma velocidad, por lo que Facebook, Twitter o Instagram apenas notan un cambio en su posición.
TEXTO: ARANTXA HERRANZ
Cada cierto tiempo, aparecen nuevas redes sociales que intentan hacer sombra a las ya establecidas por muy diferentes motivos. Esta irrupción suele ir acompañada, en muchas ocasiones, de un cierto entusiasmo y, por tanto, de un crecimiento exponencial en el número de usuarios de la recién llegada, puesto que nadie quiere quedarse fuera de la última tendencia.
Sin embargo, en muchas ocasiones esta explosión inicial acaba convertida en un “efecto soufflé” y lo que ha crecido tan rápido se desinfla a la misma velocidad y los Facebook, Twitter o Instagram apenas notan un cambio en su posición.
Auge, cifras y madurez
El último caso (por ahora) de este fenómeno es Bluesky. Como otras con anterioridad, nacen con promesas de transparencia, control y comunidad. Durante meses suman millones de usuarios. Esta adopción “masiva” responde a un interés real por parte de los usuarios, quienes muchas veces buscan alternativas a nombres establecidos, especialmente X (antes Twitter), convertido en un campo de batalla y polémica tras la llegada de Elon Musk.
A principios de 2025, Bluesky tenía más de 33 millones de usuarios registrados y cerca de 19,4 millones activos al mes. Algunos incluso se aventuraban a pronosticar que alcanzaría los 53 millones a final de año por el rápido crecimiento que experimentaba la red. Sin embargo, que se produzcan estas llegadas masivas de nuevos usuarios no conlleva siempre que estos se acostumbren a usar diariamente la nueva red social. Algo de lo que también advertían que estaba pasando en el “cielo azul”.
Sin embargo, no es menos cierto que hay que darle tiempo al tiempo y tener algo de paciencia. Un buen ejemplo de ello es Threads de Meta, lanzada para rivalizar directamente con X y que, aunque nació con muchas dudas, poco a poco ha ido afianzando su posición, superando los 320 millones de usuarios activos mensuales. De hecho, ha seguido creciendo hasta rebasar, según cifras recientes, los 400 millones de usuarios, con cerca de 115 millones de usuarios activos diarios desde móvil.
Por hacernos una idea, X ronda entre los 415 y 600 millones de usuarios activos mensuales, mientras que la horquilla de usuarios diarios activos oscila entre los 200 y 250 millones. Esta diferencia también esconde otra realidad: la interacción media ha caído bruscamente desde que la red social está en manos de Elon Musk, con una tasa por tuit que no supera el 0,02% y un tiempo medio de uso por usuario en declive. Crecen, además, las señales de automatización, trolls y polarización en la red, fenómenos que, según varios analistas, ha ahuyentado a muchos usuarios activos, desplazando la plataforma hacia un consumo más pasivo o de nicho y haciendo que otros servicios (Threads, Bluesky, Mastodon) cobren fuerza como refugios alternativos, aunque solo en determinados grupos sociales.
El muro de las redes establecidas
Así pues, el mundo de las redes sociales oscila entre los nuevos actore que pelean por hacerse un hueco y aquellos que siguen (al menos por ahora) disfrutando de un reinado que parece inquebrantable.
Así, Facebook supera los 3.070 millones de usuarios activos mensuales en 2025, con picos diarios en torno a los 2.084 millones. Instagram ronda los 2.000 millones de usuarios activos al mes y, aunque añada funciones copiadas de rivales (Reels, Stories), retiene un fuerte peso demográfico en jóvenes adultos, así como una media de uso diaria cercana a los 32 minutos y una tasa de interacción media entre 0,5% y 1,5% (según tipo de publicación y segmento). TikTok se consolida como la plataforma con mayor crecimiento real de los últimos años, con cerca de 1.590 millones de usuarios activos mensuales a nivel global y una tasa media de interacción que multiplica por cinco la de Instagram, con un tiempo promedio de uso cercano a la hora diaria en los segmentos más jóvenes.
En este sentido, cabe señalar que la publicación y la interacción son otras de las métricas que más se tienen en cuenta a la hora de valorar la salud de una determinada red social. En Facebook, por ejemplo, la tendencia es cada vez más a la pasividad. Aunque tiene un gran número de usuarios, el porcentaje de los que interactúa o publica regularmente no deja de caer año tras año (salvo el formato vídeo, influencia de TikTok). Carruseles y álbumes incrementan el tiempo de permanencia, pero las publicaciones tradicionales (texto o imagen) apenas mueven la aguja salvo en temas muy virales.
Instagram mantiene su vitalidad gracias al vídeo y la diversificación de formatos, pero solo el contenido que logra retener y provocar comentario (especialmente en Reels) es capaz de destacar en el feed hipercompetitivo de 2025. TikTok sorprende precisamente por su capacidad de mantener métricas de interacción, impulsada por la creatividad algorítmica y el consumo adictivo de vídeo corto: la tasa media de engagement por publicación ronda el 2,5%, cifras incluso superiores entre la Generación Z. A la inversa, X experimenta una cierta desbandada, fenómeno que Threads y Bluesky han intentado capitalizar sin lograr un efecto transformador global.
Un caso aparte es LinkedIn, precisamente por su carácter más profesional, Aunque ha superado ya los 1.000 millones de usuarios registrados globalmente; el dato de “usuarios activos mensuales” oscila entorno a los 310 millones, pero apenas un 1% de toda la comunidad comparte contenido semanalmente, lo que significa que, aunque la presencia es masiva a nivel profesional, el grado de participación real está muy concentrado en un pequeño segmento del total.
Tablero saturado
Por debajo de los grandes nombres, otras plataformas especializadas (Discord, Mastodon) o alternativas descentralizadas ofrecen una cierta alternativa, pero ninguna ha logrado romper el techo de cristal impuesto por la doble combinación de volumen y participación que requieren los anunciantes y las marcas.
Quizá este “efecto soufflé” responde a una fatiga de los usuarios, quienes tienen cada vez más plataformas y formatos y donde la retención de la atención es cada vez más complicada por lo que la batalla por la relevancia se libra en la intensidad y calidad de las interacciones, no en el aluvión de registros recientes.