Tablets, móviles, reproductores de DVD y consolas portátiles se han convertido en compañeros habituales de viaje, facilitando trayectos más tranquilos y, en muchos casos, más seguros para el conductor.
TEXTO: ARANTXA HERRAZ
La escena es familiar para millones de familias: la carretera se extiende durante kilómetros, el paisaje se repite, y en el asiento trasero los niños preguntan una y otra vez “¿cuánto queda?”. Así que la tentación de resolver el tedio infantil con una pantalla es casi irresistible. Tablets, móviles, reproductores de DVD y consolas portátiles se han convertido en compañeros habituales de viaje, facilitando trayectos más tranquilos y, en muchos casos, más seguros para el conductor.
Sin embargo, hay muchos datos que nos hacen plantearnos si estamos actuando correctamente: dos de cada tres niños usan el móvil a diario antes de los 11 años en nuestro país; un 42% de ellos lo utiliza por primera vez antes de los 8 años y el 53,2% de los menores de edad muestra irritación o ansiedad cuando se les limita el tiempo de uso, según I Observatorio de Hábitos Digitales en menores realizado por la compañía cántabra SaveFamily.
Por eso, y a medida que crece la preocupación social por el tiempo que los menores pasan frente a las pantallas, el debate se traslada inevitablemente al habitáculo del coche, donde comodidad, tecnología y salud infantil se cruzan en un complejo equilibrio.
El auge de las pantallas en el coche: ¿comodidad o dependencia?
La tecnología ha transformado radicalmente la experiencia de viajar en coche. Las pantallas, integradas o portátiles, ofrecen entretenimiento, aprendizaje y hasta cierto respiro para los padres, especialmente en trayectos largos donde el aburrimiento puede derivar en conflictos, quejas y distracciones para el conductor.
Desde el punto de vista tecnológico, la oferta es abrumadora: tablets infantiles con control parental, reproductores de DVD, consolas portátiles, sistemas de infoentretenimiento integrados en el vehículo, puntos WiFi y aplicaciones educativas o lúdicas adaptadas a todas las edades. Para muchos padres, estos dispositivos son “benditos aliados”, capaces de transformar un viaje potencialmente caótico en una travesía tranquila y, a menudo, silenciosa.
Riesgos y advertencias
Sin embargo, la comodidad tiene un precio. Los expertos en salud infantil y seguridad vial advierten de los riesgos asociados al uso de pantallas en el coche, especialmente en menores de corta edad.
En primer lugar, está el peligro físico: en caso de accidente, un dispositivo mal sujeto puede convertirse en un proyectil, con consecuencias graves para los ocupantes. Incluso con soportes homologados, la presencia de pantallas puede aumentar el riesgo de lesiones si el niño impacta contra ellas durante una colisión.
A nivel de salud, la exposición prolongada a pantallas en un entorno en movimiento favorece la fatiga visual, los dolores de cabeza y, sobre todo en los más pequeños, el mareo o cinetosis. El cerebro recibe señales contradictorias: los ojos perciben quietud (la imagen en la pantalla), mientras el oído interno detecta movimiento, lo que puede desencadenar náuseas y malestar.
Pero los riesgos no terminan ahí. El uso excesivo de pantallas en el coche puede contribuir a la sobrecarga sensorial, dificultando que los niños se relajen y disfruten del viaje. Además, reduce las oportunidades de interacción familiar y observación del entorno, dos elementos clave para el desarrollo del lenguaje, la creatividad y las habilidades sociales. Las conversaciones, los juegos verbales y la simple contemplación del paisaje son, según los expertos, momentos insustituibles para fortalecer los vínculos familiares y estimular el aprendizaje espontáneo.
Las principales asociaciones pediátricas, tanto nacionales como internacionales, recomiendan limitar de forma estricta el tiempo de pantalla en la infancia: nada de dispositivos antes de los dos años, un máximo de una hora diaria entre los dos y los cinco años, y nunca en horas de comida o antes de dormir. En el caso de los viajes, la Asociación Española de Pediatría sugiere reservar el uso de pantallas para momentos puntuales y, en la medida de lo posible, optar por alternativas que favorezcan la interacción y el entretenimiento sin recurrir a la tecnología.
EL RACE ADVIERTE
Según datos del RACE, una consola de 218 gramos -las hay que rondan los 500- alcanzaría un peso de 7,8 kilos si frenamos o sufrimos una accidente a 50 km/h. En el caso de frenar a 90 km/h, el peso de esa consola sería de 25 kilos. Si se trata de una tableta de 560 gramos, su peso puede llegar a incrementar hasta los 23 kilos en un frenado a 50 km/h y a 75 kilos si el frenazo se produce a 90 km/h. De este modo, estaría impactando contra el niño un cuerpo de 75 kilos. Esto se conoce como ‘efecto elefante’.
Por todo ello, no recomiendan usar tabletas ni siquiera en los soportes destinados a ello, ya que colocar el dispositivo en el reposacabezas -ya sea en el de los asientos traseros en su parte delantera o en el de los asientos delanteros en su parte trasera-, puede provocar daños en caso de colisión al impactar el niño contra los dispositivos.
Desde RACE insisten en que el móvil, un ordenador, una tableta, la consola -así como un bolso, los juguetes de los pequeños, un paraguas, la mochila de los niños, una lata, una botella de agua…- deben ir siempre bien sujetos dentro del coche porque si no se convierten en auténticos proyectiles en caso de accidente, lo que aumenta el riesgo de sufrir lesiones e, incluso, la muerte. «Además, si van situados en la bandeja trasera restan visibilidad al conductor y, si se colocan en el asiento del copiloto, pueden provocar distracciones al estar pendiente de que no se caigan cuando hay una aceleración o una frenada brusca».
Alternativas analógicas
¿Significa todo esto que las pantallas deben desterrarse por completo de los viajes en coche? No necesariamente. La clave, según la mayoría de expertos, está en el uso moderado, consciente y adaptado a la edad y las necesidades del niño. La tecnología puede ser una gran aliada si se emplea con criterio y se combina con otras formas de entretenimiento.
Entre las alternativas tecnológicas menos invasivas destacan los podcasts y audiolibros infantiles, que permiten entretener a los niños sin sobrecargar su vista ni aislarlos del entorno. Los sistemas de infoentretenimiento integrados en el coche, cada vez más sofisticados, permiten controlar el acceso a contenidos y establecer límites de tiempo, facilitando la gestión parental. Además, existen tablets y dispositivos diseñados específicamente para niños, con controles parentales avanzados y contenidos educativos adaptados a cada etapa.
Por otro lado, los clásicos juegos de carretera, las canciones en familia, los cuentos inventados y la observación del paisaje siguen siendo recursos insustituibles para estimular la creatividad, el lenguaje y la convivencia. Preparar una lista de reproducción musical, jugar a adivinar matrículas o contar historias a partir de lo que se ve por la ventana son estrategias sencillas y efectivas para hacer del viaje una experiencia compartida y enriquecedora.
La industria automovilística no es ajena a esta realidad. Los fabricantes han apostado por la integración de pantallas táctiles, sistemas multimedia y conectividad total en sus modelos familiares, conscientes de la demanda creciente de entretenimiento a bordo. Sin embargo, también han asumido el reto de garantizar la seguridad y el bienestar de los pasajeros más jóvenes. Las normativas internacionales limitan el número de interacciones permitidas con las pantallas mientras el vehículo está en marcha y prohíben el acceso a ciertas funciones para evitar distracciones tanto en conductores como en pasajeros.