La Inteligencia Artificial ha venido para quedarse y ya está en nuestras vidas a través de los motores de búsqueda, las redes sociales, industrias y el marketing digital.
TEXTO: ARANTXA HERRANZ
¿Te conectas a WhatsApp? Una Inteligencia Artificial (IA) pretende ayudarte. ¿Necesitas asistencia para resolver dudas en una web de Internet? Un chat impulsado por IA acude al rescate. ¿Buscando algo en Internet? La IA te mostrará un resumen de lo que será, probablemente, la respuesta que buscas. Desde los motores de búsqueda hasta las redes sociales, pasando por todas las industrias y el marketing digital, la IA está en todas partes. Pero, ¿estamos asistiendo a una colonización de Internet por parte de la IA? ¿Nos dirigimos hacia un mundo donde las máquinas escriben para que otras máquinas lean?
De herramienta a protagonista del contenido digital
Hace apenas unos años, la IA era una ayuda discreta en tareas específicas: sugerencias de búsqueda, filtros de spam, recomendaciones de productos. Hoy, la situación es radicalmente distinta.
Los modelos de IA generativa, como ChatGPT, DALL-E o LLaMA, producen textos, imágenes, vídeos y audios que imitan la creatividad humana, a menudo de forma indistinguible para el usuario medio. Empresas de todos los sectores, desde medios de comunicación hasta fabricantes de automóviles, emplean estas tecnologías para todo tipo de tareas, desde generar contenidos a escala, optimizar campañas y personalizar la experiencia de sus clientes.
La IA, además, no solo crea contenido: lo personaliza, lo adapta a cada usuario y lo distribuye de manera estratégica. Algoritmos avanzados analizan nuestros hábitos, gustos y patrones de navegación para ofrecernos mensajes, anuncios y recomendaciones a medida. En este sentido, la IA ha pasado de ser una mera herramienta a convertirse en el motor que impulsa la presencia online y la interacción digital.
Respuestas automáticas y redes sociales
Uno de los síntomas más visibles de esta invasión de la IA en Internet es la automatización de las interacciones en redes sociales. Hoy en día, es habitual que los mensajes directos en Instagram, Facebook o X (antes Twitter) sean respondidos por chatbots o sistemas de IA capaces de mantener conversaciones naturales, identificar el contexto y ofrecer respuestas personalizadas en tiempo real. Instagram, por ejemplo, ya permite generar comentarios automáticos mediante IA, facilitando la interacción sin que el usuario tenga que escribir una sola palabra.
Sin embargo, para muchos esta omnipresencia de la IA plantea preguntas a nivel filosófico. ¿Hasta qué punto las conversaciones en redes sociales siguen siendo humanas? Es más, en LinkedIn muchos usuarios se vienen lamentando, desde hace tiempo, que los posts y las respuesta a estas publicaciones están hechas en muchos casos solo por máquinas, ¿Estamos entrando en una era en la que los comentarios, likes y respuestas son generados por algoritmos, y no por personas? El riesgo de que las máquinas escriban para que otras máquinas lean no es una simple hipótesis de ciencia ficción, sino una realidad incipiente.
Beneficios y riesgos del mundo dominado por IA
La generación automática de contenido mediante IA ofrece ventajas innegables: ahorro de tiempo y recursos, escalabilidad, consistencia y personalización. Las empresas pueden producir grandes volúmenes de textos, imágenes y vídeos adaptados a diferentes plataformas y públicos, manteniendo un estilo coherente y optimizando la relevancia del mensaje.
Sin embargo, este fenómeno también conlleva riesgos. El contenido generado por IA puede carecer de originalidad, profundidad emocional y creatividad genuina. Además, existe el peligro de la devaluación del contenido en Internet, la proliferación de información irrelevante o incorrecta y la posible infracción de derechos de autor. En este sentido, la supervisión humana sigue siendo esencial para garantizar la calidad, la autenticidad y la ética en la creación de contenidos generados por estas máquinas.
¿Hacia una distopía digital?
La pregunta de si vamos hacia un mundo distópico donde las máquinas escriben para que otras máquinas lean no es baladí. El concepto de la «singularidad tecnológica», popularizado por Ray Kurzweil, describe un futuro en el que la IA no solo iguala, sino que supera la inteligencia humana, automejorándose a un ritmo inalcanzable para nosotros. En ese escenario, la producción y el consumo de información podrían quedar en manos de sistemas autónomos, relegando al ser humano a un papel secundario.
Algunos expertos advierten de los riesgos de este avance acelerado: pérdida de empleos, reducción de la creatividad humana, desinformación y una posible desconexión entre las personas y la realidad digital. Incluso se empieza a hablar de un deterioro cognitivo evidente en escáneres cerebrales entre los usuarios de estas herramientas.
Otros, sin embargo, ven en la IA una oportunidad para liberar a los humanos de tareas repetitivas y potenciar la creatividad, la innovación y el pensamiento estratégico, precisamente porque dejamos a las máquinas las tareas más rudimentarias y aburridas, lo que nos deja más tiempo libre para esos aspectos que, precisamente, nos diferencian de los algoritmos. .
Un poco más de tiempo
Lo que está claro es que asistimos a una revolución en la que las reglas aún no están claras ni, por tanto, marcadas, y que la propia exploración nos irá dictando en qué sí y en qué no deberemos sacar partido de la IA.
La incipiente era de la agéntica (los agentes de IA capaces de hacer operaciones por sí solos, casi sin intervención humana) está dando paso a que agentes de IA interactúen con otros agentes de IA, de forma que en pocas semanas podremos tener un agente que responda a los mails de marketing que nos envía otro agente de IA. El resultado de estas primeras interacciones irá pautando el desarrollo futuro de la IAy del uso que los humanos queramos darle a todas estas herramientas.