Contra los calores del verano y las aglomeraciones urbanas, la mejor medicina se dispensa en el Parque Natural de Babia, una Reserva de la Biosfera en la montaña leonesa que se conserva casi tan fresca y original como la conocieron los pastores trashumantes que encontraron aquí hace cientos de años su lugar en el mundo.
TEXTO Y FOTOS: JOSÉ MARÍA DE PABLO
Cuenta la leyenda que los Reyes de León se retiraban a Babia cuando los asuntos de la corte les exigían un poco de aislamiento y reflexión. Los cortesanos, echándolo de menos, preguntaban por él y sus asistentes contestaban: “el rey está en Babia”. Sea cual sea el origen de la expresión, ésta ha llegado al castellano del siglo XXI para referirnos que uno está ensimismado. Y así es como uno se siente cuando, literalmente se está en Babia, un Parque Natural Reserva de la Biosfera ubicado en los confines de la provincia de León, entre Asturias y los valles leoneses de Laciana y Luna.
Fuera de cualquier ruta trillada, para llegar hay que tener la determinación de salvar obstáculos como el pantano de Luna antes de adentrarse en algunas de las 28 aldeas de montaña a las que se llega atravesando un paisaje de grandes pastos y picos que termina en el alto de la Ventana, a 1.587 metros de altitud, en el límite con Asturias.
Pero antes de alcanzar las cumbres, que superan en muchos casos los 2.000 metros de altura, hay que recorrer la sinuosa carretera que transcurre junto al río Luna, una de las arterias fluviales de Babia, cuyas aguas se dirigen alegres hacia su destino final en el río Duero.
A las puertas de Babia nos topamos con sencillas pero hermosas ermitas como la de Pruneda, una de las muchas que jalonaban el antiguo Camino Real de la Mesa, que desde la época romana unía Asturias con León. Con el tiempo, esta vía se transformó en cañada usada por pastores babianos, quienes encontraban en estas ermitas un refugio en donde pasar la noche en su viaje trashumante hasta los pastos de invierno en Extremadura y La Mancha. Allí permanecían hasta 7 meses añorando Babia mientras cuidaban de sus rebaños de merinas con la única compañía de un mastín leonés, raza canina de gran fuerza, capaz de responder con su mandíbula ante la incursión de un lobo.
Los amplios y verdes valles de Babia ya no son tierra de ganado ovino. Conduciendo entre San Emiliano, capital de uno de los dos municipios del valle, hacia el puerto de la Ventana podemos comprobar como los hermosos ejemplares de hispano-bretones, cruce de yeguas españolas con sementales de tiro franceses se han hecho fuertes en este hábitat de clima extremo. Esta raza equina es capaz de soportar los duros inviernos al exterior, aunque cuando la cosa se pone realmente seria, descienden solos hasta los pueblos para buscar refugio en las cuadras de sus dueños.
Desde el mirador del puerto de la Ventana, se ve claramente el valle glaciar y los picos de roca calcárea que lo delimitan. Antes de llegar hasta ahí, podemos parar en Torrebarrio, pueblo lleno de muestras de arquitectura tradicional, piedra vista, patín y tejado de pizarra. Además de una casa blasonada, Torrebarrio cuenta con la iglesia parroquial más bonita de toda la comarca, desde la que además se disfrutan de unas vistas privilegiadas.
Carretera arriba, llegamos a Torrestío, conocido por su hórreos, pero también por el salto del Rebezo o cascada de la Foz, una hermosa cascada de aguas heladas a la que se accede por un sendero que parte del mismo pueblo.
Lagunas glaciares
El extremo oriental de Babia conocido como Babia de Suso o de Arriba esconde bonitos pueblos y parajes de enorme valor paisajístico. Es el caso de Riolago, considerado el núcleo poblado más bonito de Babia, ya que en sus calles encontramos el mejor ejemplo de casa noble babiana, el Palacio de los Quiñones, cuyo interior ha sido habilitado para acoger el centro de interpretación del Parque Natural de Babia y Luna.
En Torre de Babia podemos visitar el Museo Etnográfico y de la Trashumancia, una casa tradicional donde se repasa el modo de vida de los pastores babianos. Se trata de un museo privado que se visita con cita previa. Entre las piezas más llamativas destacan un chozuelo, tienda de campaña usada por pastores para pasar la noche; y diversas carlancas, collar de pinchos para mastines.
Desde el mismo pueblo parte el sendero que nos conduce hasta el circo de la laguna de Las Verdes. La caminata transcurre por un espacio protegido, así que para llegar no queda otra que caminar a través de un valle glaciar en forma de U.
Cerca de La Cueta, pueblo más alto de toda la provincia de León, nace el río Sil, cuyas aguas discurren hacia Galicia. El nacedero está a dos horas de caminata desde La Cueta, pero el lugar es un edén, así que el esfuerzo no será en vano.
Las aguas de este mismo río son las responsables de crear otro de los espacios naturales más bonitos de babia, el desfiladero de Las Palomas, que podemos admirar sin esfuerzo desde el mirador ubicado sobre la misma carretera CL-626, casi ya en el vecino Valle de Laciana.
GUÍA PRÁCTICA
DÓNDE DORMIR
Hotel El Rincón de Babia, La Cueta. Posada Real con 10 habitaciones y salón con chimenea para celebrar el ‘filandón’, reunión de vecinos en una casa para matar el tiempo jugando, contando historias o recordando palabras olvidadas, tras una cena elaborada con productos locales. www.elrincondebabia.com
La Lechería de Babia, En San Emiliano. Cuatro apartamentos con vistas a las montañas. lalecheriadebabia.es/
DÓNDE COMER
La Casona de Babia. Restaurante ideal para probar la carne de potro y en primavera las setas de San Jorge. casonadebabia.com.
Hostal Picos Blancos, la Cueta. Caldereta de cordero es una de sus especialidades. Tel. 987 48 82 46
Hostal Valle. La tradición ganadera se refleja en cada uno de sus platos.
MÁS INFORMACIÓN: Web de la Asociación turística Estás en Babia.
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