Descubriendo la ciudad más grande de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha… y sus alrededores, pero siempre siguiendo la estela de Don Quijote.
TEXTO Y FOTOS: PEDRO GRIFOL
A finales del siglo XIX, el escritor José Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo ‘Azorín’, bautizó a la ciudad de Albacete como ‘La Nueva York de La Mancha’, término popular para describir a la urbe manchega como la más grande y más poblada de la hoy comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Habían pasado diez siglos desde que los árabes, en tiempos de al-Ándalus, la denominaran Al-Basit, que se traduce como ‘la llanura’, en alusión la geografía del lugar.
En el transcurrir existencial de esa planicie, allá por el siglo XVIII, fue elegida por el monarca Felipe V para concederle el privilegio de celebrar una feria ganadera a nivel nacional; y en septiembre de 1783 Albacete era la única ciudad española que poseía un recinto destinado a ese fin. Desde entonces, la ciudad de Albacete celebra anualmente su Feria de Septiembre, declarada de Interés Turístico Internacional. Naturalmente, con el paso de tiempo, la feria se ha convertido en un centro donde se desarrollan actividades de todo tipo, tanto populares como culturales, de ocio, gastronómicas, etc. Este acontecimiento anual ayudó, desde entonces, a que la ciudad creciera económicamente… de ahí (quizá) ¡lo de la comparación con Nueva York!
Siempre se dijo que Albacete era un cruce de caminos entre Andalucía y Levante, entre la meseta y el litoral; pero algunos que por allí transitaron ‘de paso’ y después se quedaron, fueron los forjadores de su prosperidad. Hoy en día, la urbe manchega constituye el municipio más grande y más poblado de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha (con casi 175.000 habitantes) … Y merece una visita para conocerla de cerca.
Paseo urbano
Como rezan las guías: “No perderse la visita a la catedral”. En este caso, aparte de la clásica superposición de estilos que caracterizan estos edificios religiosos que se empiezan en un siglo y se acaban tres siglos después, llama la atención la gran pintura sobre lienzo que decora la totalidad de las paredes. Se trata de un gigantesco cuadro mural, de lienzos ensamblados, en el que su autor, el cura Casimiro Escribá, se empleó a fondo durante cinco años para pintar los casi mil metros cuadrados de superficie. Se considera el mayor lienzo del mundo pintado por un solo autor. En la catedral se venera la imagen de la Virgen de los Llanos que es la patrona de Albacete y que, en este caso, obviamente, no tiene traducción en árabe.
Dicen que la calle cubierta más bonita de España es el albaceteño Pasaje Lodares, que sirve de unión a la calle Tinte con la calle Mayor, por lo que tiene dos fachadas de entrada. Su cubierta de hierro y cristal proyecta una luz cenital que cambia de ángulo a cada hora. El interior está repleto de balcones de forja y una decorativa estatuaria con cariátides… que podemos admirar tranquilamente sentados desde alguna mesa de los cafés a pie de calle.
La hidalguía albacetense fue construyendo palacetes, mansiones privadas y grandes edificios de pisos en los que sus propietarios competían en la ornamentación de sus fachadas con alarde de elementos decorativos. Recomendable un lento deambular urbano alzando la vista para contemplar algunas de las fachadas más opulentas: la Casa Sanz, el edificio de Juan López, la Casa Cabot, la Casa de Agustín Flores o la Casa Filiberto Cano. Todas ellas habitadas por descendientes de sus propietarios originales… y lejos de convertirse en edificios de ocupación turística.
Las dos casas que sí podemos visitar su interior son: El Chalet de Fontecha, un edificio neoclásico, actualmente propiedad de la Diputación Provincial, que ahora se utiliza para exposiciones temporales; y la Casa de Hortelano que, tras su espectacular fachada modernista con aires góticos, alberga el Museo de la Cuchillería. Sabido es que las navajas son la artesanía identificativa de Albacete, y no hay museo en el mundo que posea colección más notoria de navajas, cuchillos, tijeras, catanas, sables, espadas y objetos cortantes que en este museo. Como curiosidad, a remarcar que tienen un folleto explicativo sobre ‘cómo viajar con tu navaja… en coche, tren o avión’ que, en los tiempos que corren ¡hay que estar informado!
Imprescindible visitar el Teatro Circo, un lugar fascinante que data de 1887, conservado en perfecto estado de funcionamiento, y que puede hacer las veces de teatro o de pista de circo. Sólo hay seis en el mundo y éste es el más antiguo. Su ‘modernez’ exterior no es muy atractiva… pero todo cambia en su interior. Construido en estilo neomudéjar, fue reformado en varias ocasiones, siendo la reforma más importante la llevada a cabo en 1919. La cúpula central representa un cielo nocturno donde se contemplan constelaciones y estrellas. En él se celebra cada año el Festival Internacional de Circo, uno de los más prestigiosos del mundo.
En otro contexto, en la plaza del Altozano, bajo la Oficina de Turismo y la escultura del monumento al Cuchillero y la reproducción de Bicha de Balazote, se conserva un refugio antiaéreo de la Guerra Civil española construido en 1937 tras el terrible bombardeo que la Legión Cóndor sometió a la ciudad en ese año. Se conserva intacto, incluso todavía se pueden leer rótulos como “guarden el mayor orden y serenidad posible”. Hoy se ha convertido en un museo vivo de la historia de la ciudad. 
La ruta cervantina
Entre molinos, bodegas, queserías y almazaras seguimos descubriendo la provincia por otros municipios. La Roda, a 40 kilómetros de la capital albaceteña y punto estratégico en la comunicación entre el centro de España y el Levante español es famosa por sus ‘miguelitos’, unos pastelillos inventados en los años sesenta hechos a base de hojaldre y rellenos de crema. Claro que antes de probar el pastel de postre, obligado hacer parada en Los Morunos, el restaurante del chef ¡y cetrero! Florentino Tebar, que aspira a que su ‘atascaburras de diseño’ sea tan conocido como el clásico pastelillo rodense.
La geografía de la ruta cervantina -“un prado que está junto al pueblo de la novia”- apunta a la ciudad de Villarrobledo como el lugar donde se instaló la enramada en la que Cervantes imaginó Las Bodas de Camacho. Situada al noroeste de la llanura albaceteña, Villarrobledo que, a pesar de tener solo 25.000 habitantes, tiene título de ciudad otorgado por el rey Alfonso XIII por su apoyo a diversos monarcas en distintos momentos históricos (que todo forma parte del saber), es otro sitio recomendable, por cervantino, para parada y fonda.
En la lontananza… Un típico molino de viento se eleva como un gigante sobre el mayor viñedo del mundo: 30.000 hectáreas con 48 millones de cepas plantadas. Estamos en la magnífica -por grande y por excelsa- Finca de La Jaraba, que constituye una visita de gran interés para el viajero avezado en cultura gastronómica, porque resume en una sola instalación gran parte de los atractivos de La Mancha: viñedo, bodega almazara, quesería y actividades de enoturismo. Se encuentra sobre el paraje histórico del mismo nombre, entre los términos de Villarrobledo y El Provencio, en pleno corazón de La Mancha. A saber, que el gran molino, réplica del siglo XVI, se pone en funcionamiento cada 15 de mayo.
La otra visita ilustrativa para nuestro acervo cultural será al Museo de la Alfarería Tinajera, para conocer in situ como era el oficio que convertía la arcilla en verdaderas obras de arte. Cuatro siglos de experiencia convirtieron a Villarrobledo en la ciudad tinajera más importante del mundo, aunque ahora estos gigantes de barro -de 500 arrobas (@)- donde se almacenaba vino, solo sirven para decorar rotondas. Y llegamos al sitio más literario de la ruta, un lugar mágico donde Cervantes se inspiró para escribir el capítulo 23 de El Quijote, porque uno de los momentos más fascinantes vividos por la fantasía de Don Quijote son sus visiones dentro de la Cueva de Montesinos: “Despabilé los ojos, y vi que no dormía, sino que realmente estaba despierto; con todo esto, me tenté la cabeza y los pechos, por certificarme si era yo mismo el que allí estaba, o alguna fantasma vana y contrahecha…”. Imprescindible entrar en la cueva con un guía, porque sin el verbo recitado no ‘veremos’ los sueños, ni las imágenes que aparecen y desaparecen, ni los fantasmas, ni las sombras, ni la silueta de Dulcinea dormida sobre una roca.
La Cueva de Montesinos se encuentra en el término municipal de Ossa de Montiel, en la finca conocida como Finca San Pedro, dentro del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, a 14 kms. del municipio de Ruidera y a 7 kms. de la población Ossa de Montiel, que es un bonito pueblo manchego donde, concluida la visita a la cueva, podemos visitar el secadero y destilería de plantas aromáticas Fábrica de Esencias Peñarrubia del Alto Guadiana, y podremos sentarnos tranquilamente a elaborar nuestra propia esencia para, con sus efluvios, volver a la ensoñación quijotesca.
Ni son lagunas, ni es un río
La verdad es que las Lagunas de Ruidera aparecen de pronto en medio de un secarral y parece cosa de magia… como nos narra Cervantes: «Tendieron Don Quijote y Sancho la vista por todas partes: vieron el mar, hasta entonces dellos no visto; parecióles espaciosísimo y largo…”.
Ateniéndonos a tecnicismos, las depresiones de terreno ocupadas por aguas permanentes que forma el río Guadiana a su paso por esta zona de Castilla-La Mancha no son lagunas, sino remansos de cauce separados por piedras calizas; pero, fuera de tecnicismos, el común de los mortales conocemos este fenómeno como Lagunas de Ruidera. Las 15 lagunas que componen este humedal a lo largo de 30 kilómetros entre las provincias de Ciudad Real y Albacete forman saltos de agua y lagos de paz donde viven, bajo el agua: barbos, carpas y lucios; y anidan, entre álamos, olmos y sauces: patos, cormoranes, garzas, aguiluchos y águilas. Y en tierra firme habitan: zorros, jabalíes y liebres. El secreto del río es un rebosadero natural que da lugar al nacimiento del Guadiana Alto. El agua de las lagunas proviene de manantiales situados en las laderas y de conductos subterráneos.
Aparte de la fauna y flora también están los humanos, es decir: los turistas que, sobre todo cuando llega el calor, se acercan a este privilegiado lugar para admirar el paisaje y hacer senderismo; y donde también es posible bañarse, bucear, practicar vela, kayak o padel surf. Incluso el que quiera pescar, puede pescar… ¿Alguien da más?
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