El escritor barcelonés, recientemente reconocido con el galardón, renovó la narrativa española con el humor y la crítica social que caracterizan un universo literario único muy centrado en su ciudad natal.
TEXTO: JOSÉ MANUEL ANDRÉS
La historia de Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), reciente Premio Princesa de Asturias de las Letras, es la del literato ilustre que nunca creyó llegar a serlo. Hijo de Eduardo Mendoza Arias-Carvajal, fiscal de profesión, y de Cristina Garriga, hermana del escritor e historiador Ramón Garriga, esta influencia de las letras por parte materna no condicionó sin embargo sus primeras ambiciones en la vida a pesar de una pasión innata por la fantasía y la elaboración y escucha de historias.
Tras formarse en varios colegios de orientación religiosa, Mendoza comenzó los estudios de derecho en la Universidad de Barcelona, donde siguió los pasos de su padre hasta graduarse en 1965. A lo largo de los dos siguientes años, el futuro escritor se dedicó a viajar por Europa, expandiendo sus horizontes intelectuales, y se instaló en Londres para estudiar Sociología gracias a una beca.
Regresó a Barcelona en 1967 para ejercer la asesoría jurídica del Banco Condal, cargo que dejó en 1973 para irse a Nueva York, donde vivió once años y ejerció como traductor en la ONU. Desde Estados Unidos llegó el giro radical de su vida, con la publicación de ‘La verdad sobre el caso Savolta’, su primera novela, en 1975. El libro que cambió la trayectoria vital del autor refleja su Ciudad Condal natal de principios del siglo XX a través de las revueltas obreras y la lucha de clases propias de la época, desde una perspectiva aderezada por numerosas secuencias retrospectivas que dotan a la obra de una estructura original y renovadora.
La novela triunfó entre el público y fue reconocida además por el Premio de la Crítica de narrativa castellana, un galardón que antes habían conquistado autores fundamentales como Camilo José Cela, Ana María Matute, Miguel Delibes o Mario Vargas Llosa. El éxito de la novela llevó la trama al cine, con la adaptación a la gran pantalla dirigida por Antonio Drove en 1979. Este es otro rasgo propio de la obra de Eduardo Mendoza, cuyo estilo directo y accesible, cargado de expresiones propias del lenguaje popular y también de ironía y crítica social, acercó sus novelas al público general.
Dan buena fe de ello otras adaptaciones cinematográficas como la de ‘La ciudad de los prodigios’, de 1986, o ‘El año del diluvio’, de 1992. La primera vuelve a centrarse en Barcelona y el desarrollo industrial, económico y social que transformó la urbe entre finales del siglo XIX y principios del XX, un periodo referenciado por las Exposiciones Universales de 1888 y 1929, y llegó a la gran pantalla en 1999 con la cinta del mismo nombre dirigida por Mario Camus. La segunda cuenta el dilema de una religiosa que administra un hospital con muchos problemas económicos y fue adaptada en la cinta de Jaime Chávarri del año 2004.
Eduardo Mendoza, instalado en Barcelona desde 1983, mantiene su principal oficio como traductor simultáneo en organismos internacionales durante toda la década de los 80, que consolida su nombre como referencia literaria. Ya en los noventa, concretamente en 1991, publica ‘Sin noticias de Gurb’. Esta divertidísima novela de ciencia ficción narra la búsqueda de un extraterrestre llamado Gurb, que tras adoptar la apariencia de la cantante Marta Sánchez, desaparece en la ciudad de Barcelona. El estilo de la obra vuelve a destilar ingenio y toques de humor negro a la vez que profundiza en la crítica social.
En 1995 comenzó a ejercer la docencia en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, cargo que ha compaginado con su labor literaria y la colaboración con diversos medios de comunicación. Mendoza afronta el comienzo del nuevo siglo con ‘La aventura del tocador de señoras’ (2001), tercera entrega de la saga sobre un detective anónimo que inauguró ‘El misterio de la cripta embrujada’ en 1978, continuó ‘El laberinto de las aceitunas’, de 1982, y posteriormente han ampliado ‘El enredo de la bolsa y la vida’ (2012) y ‘El secreto de la modelo extraviada’ (2015).
El reconocimiento
Los últimos quince años han sido la cumbre del reconocimiento a la labor literaria de Eduardo Mendoza. El escritor barcelonés recibió el Premio Planeta de 2010 por ‘Riña de gatos. Madrid 1936’, que traslada la acción a la convulsa capital en los meses previos al estallido de la Guerra Civil. Posteriormente, fue galardonado en 2015 con el prestigioso Premio Kafka, reconocido premio internacional, y recibió un año después la distinción del Premio Cervantes, cumbre de la literatura en español.
El Premio Princesa de Asturias de las Letras, que llega además medio siglo después de su debut en la literatura, cierra el círculo de un autor imprescindible para la narrativa en español contemporánea. Ha cultivado además de la novela otros géneros como el relato breve, el ensayo o el teatro, pero que sobre todo ha sido capaz de lograr lo más difícil para cualquier artista: la creación de un universo propio perfectamente reconocible. Eduardo Mendoza ha mezclado como nadie el humor, la ironía y la crítica social, a través de una obra literaria con la ciudad de Barcelona como testigo y bajo la fórmula de una acertada mezcla del lenguaje popular y la escritura culta, que ha sabido llegar al corazón de todo tipo de lectores a lo largo de cinco décadas de exitosa carrera.