La icónica y compleja canción de la banda británica Queen, una apuesta arriesgada destinada a pasar a la historia de la música, cumple medio siglo.
TEXTO: JOSÉ MANUEL ANDRÉS
El leitmotiv en la vida de Freddie Mercury siempre fue ir más allá de lo convencional, de los límites marcados tradicionalmente por los rigores de los géneros musicales. El genial artista, que no entendía de barreras impuestas por la teoría y la tradición, trascendió cualquier horizonte en 1975 y alumbró un himno para la historia, ‘Bohemian Rhapsody’. La icónica canción de Queen, una rapsodia a medio camino entre la ópera y el rock que sirvió de punta de lanza del álbum ‘A Night at the Opera’, el cuarto trabajo de la banda británica, era una apuesta tan compleja como arriesgada por desafíar el dictamen de lo comercial, pero estaba destinada a pasar a la historia de la música y también a conquistar al público mundial de forma apabullante
La innovadora obra se estructura en seis fragmentos: una introducción de piano, una balada, un solo de guitarra, un segmento operístico, una sección de rock y una coda que retoma el tempo y la tonalidad de la balada inicial. Semejante esquema, que va desde los tintes de ópera bufa, ligeros, hasta un poético epílogo, pasando por tramos emocionalmente muy intensos al más puro estilo Puccini, surgió de la maravillosa capacidad creativa de Freddie Mercury, que escribió la mayor parte de la obra en su casa de Holland Road, situada en el barrio londinense de Kensington. Allí, en la intimidad de su hogar, concibió un primer esbozo que intrigó pero a la vez convenció al resto de miembros de Queen. De hecho, el guitarrista Brian May, la segunda cara más visible de la banda, reconoció rápidamente la osada idea como un reto en el que merecía la pena trabajar duramente.
Así, de la inspiración inicial del genio creativo surgió una canción que debido a ese arrebato de talento individual responde a la leyenda romántica del músico bohemio. Manos a la obra una vez planteada la idea, la banda pulió al detalle la composición del álbum completo en los Estudios Rockfield, ubicados en Gales, en lo que curiosamente antes fue una granja. Allí, en tres semanas de agosto de 1975 y bajo la dirección de Mercury, que empleó un piano de cola Bechstein en el proceso, se completó la grabación de las pistas de fondo de los temas mediante piano, bajo y batería, principalmente.
El grupo, que había cambiado de discográfica al firmar por EMI después de romper con Trident Studios, su primer sello, por problemas de gestión y retrasos en los pagos acordados, logró que su entonces representante, John Reid, convenciera a la poderosa nueva compañía para apostar muy fuerte por el álbum. Así, contaron con grandes recursos que hicieron posible la producción de un disco memorable y de enorme nivel técnico. La grabación, una de las más elaboradas y de mayor calidad en la historia del rock, se completó en varios estudios de Londres (Olympic, Sarm, Scorpio y Lansdowne, además de la sala de conciertos Roundhouse), que permitieron que cada músico trabajase en un tema diferente al mismo tiempo y lo hiciese a la menor distancia posible de su casa.
El lanzamiento de ‘A Night at the Opera’, que tomó su nombre de la película de los hermanos Marx ‘Una noche en la ópera’, filme que la banda visualizó durante el periodo de grabación, se produjo el 21 de noviembre de 1975. Aunque fruto de su valentía y transgresión fue recibido con disparidad de opiniones entre la crítica, lo cierto es que representó el salto definitivo de Queen hacia el estrellato planetario con una apuesta por un sonido mucho más complejo respecto a ‘Sheer Heart Attack’, su anterior trabajo, de 1974. Desde entonces, ha sido relanzado en varias ocasiones y bajo diferentes formatos en función del desarrollo tecnológico, ha superado las seis millones de copias vendidas en todo el mundo y ha alcanzado el triple disco de platino en Estados Unidos, con los más de tres millones de ejemplares que ha distribuido en el gigante norteamericano.
Referencias culturales
La música y en concreto el género del rock se vieron fuertemente agitados por ‘Bohemian Rhapsody’, una composición totalmente heterodoxa, con cambios de estilo, tonalidad y un tempo muy poco habituales. La letra es también compleja y ha generado infinidad de interpretaciones, avivadas por el hecho de que el propio Freddie Mercury nunca explicase en profundidad su sentido, más allá de señalar que giraba en torno a ciertos aspectos de las relaciones humanas. «Es una de esas canciones que tienen un aura de fantasía alrededor. Pienso que la gente debería simplemente escucharla, pensar en ella y luego formar su propia opinión acerca de lo que les dice», aseguró en su momento.
En este sentido, May siempre ha vinculado el texto, que tuvo como primer título ‘Mongolian Rhapsody’, a ciertas obsesiones personales de Mercury. «Freddie era una persona muy compleja: frívolo y gracioso en la superficie, pero a la vez ocultaba inseguridades y problemas de su niñez. Nunca ha explicado la letra, pero creo que puso mucho de sí mismo en aquella canción», señaló en este sentido. Un extremo que corrobora la versión del baterista Roger Taylor, que sostiene que el significado es «claramente de autoexposición, con solo unas pequeñas partes sin sentido en mitad de la canción», en alusión al delirante pero inolvidable «Scaramouche, Scaramouche, will you do the Fandango? Thunderbolt and lightning, very, very frightening me (Galileo) Galileo, (Galileo) Galileo, Galileo Figaro, magnifico».
En cualquier caso, la letra esconde múltiples referencias culturales, relacionadas con el mito de Fausto y su pacto con el diablo, con el Infierno de Dante Alighieri o también con la novela ‘El extranjero’, de Albert Camus, que sirvieron de inspiración a Mercury. El proceso de creación de la canción y del álbum al que pertenece coincidieron con un punto de inflexión en la vida del artista, que en 1975, después de siete años de vínculo sentimental y convivencia con Mary Austin, mantuvo ese año su primera relación abiertamente homosexual, algo que influyó en su estado anímico y por tanto acabó reflejándose en su obra también.
Solo el casi incomparable talento creador de Freddie Mercury condensa los mil y un matices que esconde ‘Bohemian Rhapsody’, que probablemente nunca serán revelados tal y como los concibió el artista. Sin embargo, medio siglo después de su lanzamiento, la canción y sus secretos siguen vinculados a un intenso debate. Como cualquier obra maestra, la pieza permanece sujeta a múltiples interpretaciones mientras sigue sonando tan fresca y rompedora como en aquel ya lejano agosto de 1975 en la que tomó su forma definitiva.